Una entrevista por Fernando Bertelsen Hočevar:
Una entrevista a José Voglar, coautor de Eslovenia:
Esta no es la historia de un libro y sin embargo tiene que ver con uno y con todas las historias que se encuentran fuera de sus páginas:
Hace más de una década el poeta venezolano Alberto Hernández y el fotógrafo esloveno – venezolano, José Voglar, colaboraron juntos en la creación de un libro que por motivos de fuerza mayor ha permanecido inédito. Por un tiempo pareció que el libro estaba condenado al anonimato, hasta que un día, como si de casualidad se tratara, “Eslovenia” llego a nuestras manos, en el blog de cultura eslovena “Srečko Kosovel”, armado con una breve posdata que nos autorizaba a hacer con él lo que quisiésemos. ¡Cuánta responsabilidad! ¿Quién sabe si así se sentía Champollion cuando descubrió la piedra de Roseta?
De manera parecida, en 1333, en el monasterio de Lieja, el poeta Petrarca se topó por accidente con unos manuscritos destinados a la hoguera en la cocina de los monjes y tras una rápida inspección descubrió el discurso de Cicerón en defensa de su maestro Archia, un famoso discurso, el cual es recordado por su frase de apertura: Si quid est in me ingenii, iudices… {Si hay algo de habilidad en mi, miembros del tribunal}
Estos momentos de serendipia, de hallazgos afortunados y de colaboraciones inesperadas forman parte de lo que José Manuel Briceño Guerrero llamo “la vida secreta de los libros.” La historia de la literatura está llena de ellos y sin ellos, probablemente no conoceríamos muchos de los libros que forman y de alguna manera forjan nuestra cultura colectiva.
Uno no elige cuando un libro lo encuentra a uno y tampoco hay forma de saber como un texto afectará a las generaciones venideras, en estas situaciones solo queda hacer como Petrarca y rescatar la memoria colectiva de la hoguera del olvido.
Mi hermana escribió un texto bastante intimo sobre el libro, el cual fue publicado en nuestro blog. Fácil hubiese sido dejar las cosas así, pero me parecía que habían muchas incógnitas acerca del libro, así que a principio de año contacte a José Voglar para entrevistarle acerca de “Eslovenia”, o al menos esa era mi intención hasta que comencé a investigar sobre la persona detrás de la cámara y decidí que la entrevista debía ser sobre el artista más que sobre su obra. ¡Después de todo las fotos de Voglar hablan con voz propia!
Lo que sigue a continuación es la transcripción de nuestra conversación, la cual ha sido editada y abreviada, para facilitar su lectura y brindar coherencia al lector:
- Fernando B: Me gustaría –a modo de apertura- iniciar esta entrevista con algunas palabras que el poeta Luis Alberto Crespo escribió de ti: “Antes de mirar el país por la rendija de su cámara, el fotógrafo valenciano fue biólogo marino, pero la luz de Margarita avivó su sensibilidad para la fotografía y le dio otro rumbo a su destino. No hay intemperie que no haya perennizado, con la mirada también creo que la aridez antes de todo es un sentimiento humano”.
- José Voglar: Si, esas palabras salen de unos de mis primeros libros de fotografía, pero también se encuentra en internet. ¿El café con azúcar Fernando?
- Fernando B: No, gracias… Ahora mi pregunta después de haber escuchado estas palabras seria: ¿Qué fue lo que lo trajo a la isla?
- José Voglar: Yo vine a la isla con el sueño de convertirme en científico. En aquel momento pensaba en oceanología pero lo que había era biología marina. A consecuencia de la película de Jacques Cousteau de aquellos tiempos en los años sesenta “El mundo del silencio” muchos de toda una generación quisimos convertirnos en investigadores marinos. Se me dio la oportunidad de Margarita de estudiar biología marina y me vine, eso fue ya tan lejos como en el setenta y cinco. Entonces lo que nombra Luis Alberto, el cambio, que Margarita me cambió el ojo, en realidad yo primero fui fotógrafo que biólogo, porque estudiando una asignatura de biología marina, técnica aplicadas a la investigación, yo estudié fotografía, en un instituto que estaba fuera de la universidad pero por un convenio se podía cursar la materia. Allí tuve un excelente profesor, egresado de Yale, master en fotografía, el mejor en su promoción, se vino a margarita y yo tuve la suerte que fuera mi profesor. Terminé el curso y como en ese sitio daban otras materias de fotografía me quedé estudiando fotografía. Me gradué de fotografía en el ochenta y uno y relegué la biología, de biología me gradué en el ochenta y cuatro, debía cerrar ciclos, si me gradué de biólogo pero… vine por biología y al final lo que me atrapó fue la fotografía. La suerte de haber conseguido a esta persona, que tenía un nivel de conocimiento que impresionaba.
- Fernando: Cuando la fotografía estaba en su infancia, generaciones enteras de pintores migraron hacia las costas en busca de la luz del trópico. ¿Será que al igual que Reverón y Gauguin, tu, también fuiste cautivado por la luz del Caribe?
- José: El trópico… Esa discusión es la que ahora tengo con los estudiantes de fotografía, los que comienzan fotografía, uno tiene como referencia a los fotógrafos del norte básicamente, Estados Unidos, Francia, Alemania, y esa luz es distinta a la de acá, el sol es mucho más inclinado, la luz es menos contrastada, los cielos son más obscuros, hay más neblina, es otro ambiente, otra atmósfera. Nosotros caemos en la tentación de recrear esa atmósfera en nuestro trópico. Todos pasamos por ahí. En ese libro todavía hay parte de ese efecto: oscurecer los cielos, que no son los cielos de aquí, y bueno hasta que reconoce que aquí lo que impresiona es la luz. Entonces hay que apropiar la luz y Reverón es quizás el mejor exponente de eso, de la fuerte luz del trópico, los contrastes del trópico, los blancos y negros del trópico, que no son los tonos ni de Europa ni de Estados Unidos.
- Fernando: He escuchado que aquellos que nos visitan siempre comentan con asombro cuán verde y vibrante es nuestro trópico.
- José: Si bueno allá hay verde lo que pasa es que es el verde del pino que es un verde más oscuro, distinto. Pero en compensación al verde allá tienen el otoño, todos los tonos rojo, naranja, ocre… tienen todos los otros colores que hacen una naturaleza distinta. Aquí hay un eterno verano que es como más vigorizante pero el verde allá no es malo tampoco.
- Fernando: Me gustaría hablar del Azul, en particular del azul del mar, ya que esto parece haber influenciado el trabajo expuesto en su blog, “Fotos x Nada”
- José: El agua. El agua en todas sus formas. Mi signo es piscis no sé si eso tenga algo que ver. Pero de niño siempre me atrajo el agua. Yo jugaba que era el investigador submarino y buceaba en el patio de mi casa con dos botellas de Coca Cola amarradas en la espalda. Ese era mi sueño pues, siempre el agua, el agua, el agua. Y durante un tiempo estuve buscando el agua de tierra firme de nuestros bosques, selvas, llanos o ríos, porque me tocó hacer “Venezuela tierra mágica: Parques Nacionales”, ahí pude retratar el agua en sus distintas formas, desde la gran sabana hasta el hielo de bolívar y todo lo que hay en el medio.
- Fernando: Si mal no recuerdo tienes una entrada en tu blog de nombre “Aguas mansas”
- José: Correcto, eso es lo más viejo que yo empecé a hacer, me gusta esa tranquilidad que da ver el agua tranquila, y que el agua tormentosa con la fotografía uno puede apaciguarla, calmarla, entonces esa parte me gusta, un proyecto de aguas mansas. Que siempre sigue, ningún proyecto de esos es un proyecto cerrado porque siempre haces otra imagen que coincide con eso entonces bueno vas agregándola. No soy de los que cierro capítulos definitivos, ni siquiera es que tengo capítulos definitivos, la cosa como la voy viendo la voy aprovechando, más depende de mi estado de ánimo que de otra cosa. El agua mansa es importante. El agua.
- Fernando: Hablemos ahora del oficio del fotógrafo, pues encontré unas líneas de tu autoria que dicen: “Con la fotografía puedo compartir la libertad del poeta, sin palabras mezclar sueños con realidades, contemplar evocaciones, jugar con mostrar lo intangible, ser universal sin abandonar el pueblo, ser local aun cuando se está lejos, siempre sin espacios ni tiempos reales sólo con mover un dedo.”
- José: El final es un chiste, (risas) porque dicen: ¡Cónchale, si la fotografía es solamente mover un dedo!… (risas) bueno… ¡sí! solamente que no es sólo mover el dedo, es además mover el dedo. Discutiendo con fotógrafos, está el tema eterno de si la fotografía es real o no es real, si se puede mentir o no se puede mentir, si manipulas o no manipulas, por eso yo digo que tengo la libertad del poeta, no me siento historiador, no me siento comprometido con la verdad cuando hago fotografía, no me siento obligado por la verdad cuando hago fotografía, yo muestro mis impresiones, como yo percibo las cosas, según mi estado de ánimo, según mis referentes, lo que yo tenga y bueno eso es una opinión, no es la historia verdadera, no es un registro científico, de hecho cuando tengo que hacerlo ya es otra cosa, allí no es mi ojo sino que es el objeto, me toca fotografiar obras de arte, y allí si no aporto nada sino que trato que todo se vea exactamente como es, por eso yo no digo que es una imagen mía, ese es el artista que hizo su obra, ahí no me siento reflejado en nada, entonces no hablo de eso como de “mi fotografía” sino que eso es “la obra de alguien”; que yo hice la reproducción, bueno eso es otra cosa. Pero es mi fotografía si yo me siento eso, como un poeta que opina, que dice las cosas con absoluta libertad, si se quiere con también algo de irresponsabilidad, porque si a la gente le gusta o no le gusta eso ya es problema de la gente, yo lo hago por mí, que me llene a mí. Lo de desmontar el tiempo es porque bueno con la fotografía tu puedes mostrar hoy lo que hiciste hace dos años, cinco años, veinte años, o lo que sentiste hace veinte años y que lo va a ver alguien quizás hoy, mañana, ayer, el mes que viene, dentro de cuarenta años, entonces, la fotografía te permite esa magia de ser atemporal, un detallito de aquí lo puedes mostrar en Eslovenia, en Lituania, donde sea… o aquí tú ves lo de Marte sin haber salido, entonces el espacio también cambia, y esa es la maravilla para mí de la fotografía, lo encantador. Por eso escribí aquello, tratando de ser muy amplio describiendo lo que yo hago, lo que yo hacía…
- Fernando: Que bueno que mencionaste a Eslovenia, pues me gustaría hablar de ella y de lo que significa para
-
- José: Mi relación con Eslovenia viene de genética cien por ciento. Yo digo que
- yo soy como los carros CKD ¿los llamaban?, que eran ensamblados en el país pero con todas las partes importadas. Yo soy hijo de padre y madre eslovena, Tres hermanos nacieron allá y tres hermanos nacimos aquí. Yo soy el menor de mi familia. Siempre mantuvimos contacto, en su momento con Yugoslavia, ahora con Eslovenia. Tenemos familia allá todavía bastante: hermanos de papá y mamá en cantidad, bueno ya queda creo que uno de mamá y creo que una hermana y un hermano de papá. Pero bueno, primos hay en cantidades e hijos de primos y todo, hay un buen grupo. El contacto era frecuente, antes era por correo, cada tanto la situación económica aquí estaba mejor que allá entonces bueno pudieron venir primos y tíos de allá en varias ocasiones a conocer Venezuela, a mí me tocaba pasearlos por toda Venezuela, esa era la parte sabrosa. Y bueno por fin en el noventa y nueve pude ir yo a Eslovenia. Ya era Eslovenia. Quería irme desde el 4 de junio al 4 de enero, pero no aguanté el frío y el 4 de diciembre me vine, yo con el invierno si no me llevo, en lo que ya pasamos una semana bajo cero ya no puedo (risas) Tuve la suerte de conocer casi toda Eslovenia, me faltó el rinconcito de los raudales, pero del resto si lo recorrí todo, subí el Triglav, con un amigo hicimos la excursión, la subida es bestial pero la bajada es bien sabrosa. La excepción es que llegando arriba yo pensaba que iba a ver toda Eslovenia y no vi nada porque había neblina. No pudimos quedarnos mucho tiempo porque parece que en esa zona hay muchos rayos, entonces no es seguro, tú llegas y tienes que bajarte.
- Fernando: ¿Fue en ese viaje donde nacieron las fotografías que dieron lugar a la colaboración con el poeta Alberto Hernández?
- José: Si, el negocio fue: yo llevé una exposición para allá de fotografías de aquí, que llamamos “Rumores y Ecos”, era una mezcla de fotografías de Parques Nacionales y de ese libro solamente. Los rumores era el murmullo del agua, la parte verde, boscosa, una mezcla de aguas mansas con vegetación, mucha humedad, era la parte tropical, fresca, mojada de Venezuela; y Los Ecos eran una selección de fotografías del libro solamente, que mostraban el agua pero ya ida, el agua que no estaba, lo que deja el agua cuando se va. Eso lo mostramos en Postonia, en Ljubljana y en kechkoc… En kechko fue cerca en el castillo que sale fotografiado en la última imagen del libro donde están mis fotos y los poemas de Alberto… Ese castillo que para mí fue de especial identificación porque en ese castillo estuvo preso mi padre, por los alemanes, durante la segunda guerra mundial.
- Fernando: Me gustaría hacer un paréntesis para comentarte a ti y al lector sobre nuestra experiencia al recibir una copia del libro. Al principio no lo podíamos creer ¿Sabes? Alberto Hernández es uno de mis poetas favoritos… Además no cabe duda que tanto tú, como el -por separado- son grandes exponentes de sus respectivas artes, pero juntos ¡Bueno! Solo puedo decir que el resultado final es mayor que la suma individual de sus partes. Motivo por el cual me cuesta creer que una obra de semejante calidad permanezca inédita. ¿Cuéntame a que se debe esto?
- José: Básicamente esto se debe a los costos. Personalmente siempre he pensado que esta es la peor combinación posible: los libros de poesía generalmente son muy baratos y la gente está acostumbrada a comprar libros de poesía barato, pero los libros de fotografía son muy caros, entonces los que leen poesía no están acostumbrados a pagar lo que cuesta un libro de fotografía.
- Fernando: Entonces se trata de un mercado difícil.
- José: Si, lo cual colocaría al libro en un nicho muy particular, podríamos llamarlo algo así como un libro de autor, que bueno, pudiera ser, pero justo ahora no es el momento de llevarlo al mercado. La ventaja de esto es que el libro es eterno, ni siquiera envejece. Así que cuando sea el momento todo preparado para imprimirlo, por ahora podemos esperar. Lo único lamentable es que los archivos originales se perdieron, así que las fotos de aquel viaje solo existen en la resolución que sale en el libro.
- Fernando: Una verdadera lástima, aunque nosotros estamos profundamente halagados al ser una de las pocas personas que han posado sus ojos sobre este trabajo. En este instante, sé que mi hermana, Isabel, está escribiendo una reseña literaria, la cual será publicada en nuestro blog de cultura eslovena… ¿Tu estas seguro que no te importa que seamos nosotros los primeros en difundir este material?
- José: Por supuesto. Antes de hacerles llegar el material le escribí también a Alberto Hernández y él también estuvo de acuerdo. La verdad es que por mucho tiempo hemos estado considerando difundir el libro en formato digital. Te cuento que hace unos años trate de moverlo como parte de una aplicación flash, pero el interés en este medio desapareció cuando el formato dejó de ser popular.
- Fernando: En tal caso esperamos hacerle justicia al trabajo… Ahora volviendo a la entrevista me gustaría saber si después de todas estas experiencias tu volverías a Eslovenia ¿O al contrario sientes que ya pasaste por esa etapa?
- José: Si volvería, pero no a quedarme. El invierno no va conmigo. (risas) Aunque esta vez ya sería hasta algo más triste porque eso fue hace diecisiete años, entonces ya hay muchos primos que no están. Para mí el primer reto cuando fui para allá era encontrarme con tanta gente desconocida y que era familia. Entonces yo sentía que eso era como un enamórate a juro y no sé si pueda. No hubo ningún problema, la cosa fluyó, la genética funciona. Ahora me tocaría de nuevo y es que los que eran bebés cuando yo estuve allá ahora son la generación dominante, los que están entre los veinte y los treinta, y son los que se mueven, los que manejan los negocios, los que manejan todo, entonces ahí me sentiría otra vez distinto, pero bueno, eso sí estaría bien. Pero eso, verano y otoño, ya después de la fiesta de San Martín, es hora de regresarse.
- Fernando: ¿Cómo fue esa recepción? Porque me imagino yo aquí llegas tú del trópico, medio aventurero, científico, ¿te verían como una especie de héroe o de loco?…
- José: No de loco, de loco. (risas) Lo que pasa es que ya me conocían, por visita de otro familiar ya sabían de mí pues, y por cometarios. La comunicación de mi familia de aquí con la de allá es muy fluida. Todavía ahora, y ahora que hay teléfono, internet, entonces mucho más… Entonces si yo era algo así como que, sí entre el aventurero y el loco. Pero todo muy bien. Era como el “loco simpático”. Compartí con todos, nos fue muy bien, todos tuvieron atenciones conmigo, yo traté de tener también atenciones con ellos. Una vez también en verano, que había mucho maíz, me puse a hacerle cachapa a cada quién entonces cuando íbamos a la casa de alguien yo le preparaba cachapa. Entonces les decía, “no me vayan a decir dentro de diez años que eso es un plato típico esloveno, eso no es esloveno”. (risas) Pude compartir mucho también en las actividades de ellos, que fue una de las razones por las cuales fui, los ayudaba en el viñedo, a recoger manzanas, peras, y a cargar la cesta esa. Después irnos a beber los vinos en la bodega. Creo que me integré a lo que ellos hacían pues, entonces no hubo problema.
- Fernando: Para finalizar me gustaría pedirte que nos dejaras con alguna anécdota de tu viaje a Eslovenia. Por ejemplo: ¿Qué tal fue esa experiencia fotografiando bajo tierra en las cuevas de Postojna?
- José: Bueno en Postojna un placer, porque bueno ahí caminamos, y con un amigo conseguimos hacer la foto después que cerrasen el acceso al público, entonces estuvimos, no recuerdo cuánto tiempo, media hora, una hora, para trabajar nosotros sin que hubiesen turistas; para de alguna manera poner la cámara dónde habitualmente no dejan que el turista ponga la cámara, entonces por eso pude hacer las fotografías y por eso es con trípode. La diferencia fue que yo antes ya había hecho fotografías en un parque de aquí, en las Cuevas de Falcón, en la Quebrada del Toro, y bueno es de la noche al día, de lo salvaje de aquí, de arrastrarte, de conseguirte una cueva en la mitad de la nada, de
un bosque, con cualquier cantidad de bichos y lo que sea alrededor, a llegar a una cueva casi que urbanizada, en medio de un pueblo, y que entonces te hablan de una tradición de
- atractivo turístico de que se yo doscientos, trecientos años y de los conciertos que daban en la sala grande, en mil ochocientos y algo. Imagínate ya entonces, la cueva ya era destino turístico, con trencito que te lleva y todo. Es en situaciones como esas cuando dices “esto es una cueva de primer mundo” (risas) Pero al final, al final de cuentas; cueva sigue siendo cueva y no me gustan mucho. Yo prefiero tener el cielo en la cabeza en vez de estalactitas. (risas)
- Fernando: ¡Muchas Gracias por tu tiempo José!
A modo de conclusión me gustaría decir, que cuando yo estuve en Eslovenia noté que los habitantes de aquellas tierras tenían en su mirada una cultura de cándido corazón, arraigado a los lagos y castillos de su paisaje. José Voglar es un esloveno en el mundo, como tanto otros, hijos de eslovenos, nietos de eslovenos, que contribuyen con su trabajo artístico al acervo cultural de la humanidad.